SAINT-JEAN-PIED-DE-PORT (Donibane Garazi) / RONCESVALLES (Orreaga), 25, 7 km – 1ª (Primera) ETAPA DEL CAMINO FRANCÉS

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LUGARES DE ACOGIDA ALBERGUE Y HOSPEDAJE EN SAINT-JEAN-PIED-DE-PORT(ABRIR LA INFORMACIÓN)

¿Cómo llegar a Saint-Jean-Pied-de-Port? [Donibane Garazi en euskera] ¿y dónde alojarse una vez allí?


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APALA WEBSITE

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Suponiendo que hayamos hecho noche o día o lo que sea en Saint-Jean-Pied-de-Port  partimos hacia Roncesvalles, (*ver: visita virtual) final de etapa. Aquí vamos a ajustarnos a la información que facilita la Guía práctica del peregrino escrita por José María Anguita Jaén.

‘Desde la rue de la Citadelle, el Camino desciende para cruzar el Río Nive y debemos continuar por la rue d’Espagne y salir de las murallas por la Port d’ Espagne.’

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En este punto nos encontramos con la primera elección que debemos realizar. ¿Por dónde ir? Pueden seguirse dos rutas distintas. Yo sé que no lo decidiré ahora, que, si hasta allí llego, le daré una oportunidad a la intuición que estará al tanto de mis circunstancias. Es la circunstancia en la que me encuentre la que valora… [*Esto fue así pensado antes de disfrutar de la experiencia del camino… en algún día del año 2008]

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Primero: esta podría resultar la etapa más dura, se cruzan los Pirineos. ¿Quiero romperme en ella?

Segundo: atención a las señales interiores y exteriores [que al menos las interiores siempre son químicas y eléctricas]. Yo me planteo hacer un camino que deje huella en mí, huella permanente. Pero sobrevivirlo. *[aunque esto lo escribí tiempo antes de saber lo que era el Camino y debo añadir que lamenté mucho  no haber librado esta batalla -hoy es 15 de marzo del 2012]

Tercero: Si sigo un camino descarto el otro y lo que podría sucederme en él. ¿Qué busco? Adentrémonos, entonces, en el doble perfil de esta etapa, para lograr hacernos una idea de qué es lo que estamos deseando hallar sin perder de vista el objetivo.

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audio: – DESCARGA

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*Actualización 30. 03. 08... Hay que plantearse así el Camino: la primera duda. ¿Eres un héroe y te tira lo mítico, la proeza? ¿o eres consciente de tus limitaciones y eliges lo más sencillo? O bien eliges un pacto intermedio. En realidad son tres opciones. Las que ofrece la Puerta de España en Saint-Jean-Pied-de-Port. ¿Por qué Alfonso Biescas prefiere los inviernos? Y sin embargo tú sabes que no eres tan dura. Los inviernos de momento no te los puedes permitir. Siempre debes ser consciente de tus posibilidades. Equivócate pero no hagas nunca una estupidez. Equivocarse es comprensible. Cometer estupideces no. Hay que ser siempre prudente a la edad que sea. Esa es la primera lección del Camino. Debes elegir siempre. Luego no te quejes, se te ha dado la opción… ¿Qué quieren decir unas uñas negras? Pero elijas las opción que elijas, en esta etapa, te enfrentas a la necesidad de elegir por segunda vez a cuatro kilómetros del final… Para poder hacerlo de forma consciente debemos comprender a qué renunciamos y por qué y qué es lo que valoramos más…

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OPCIÓN A: RUTA DE NAPOLEÓN

Entonces hay que virar a la izquierda, en dirección a Saint Michel, y al llegar a una bifurcación, dirigirse hacia donde indica la señal de la <<Route de Napoleon et du Marechal Harispe>>. Ésta era la ruta más utilizada en la Edad Media (más o menos sobre el trazado de la antigua Via Traiana que unía Burdeos con Astorga). Durante algo más de 5 km, escoltada por castaños y algún roble, una pista de asfalto asciende entre prados y caseríos. (J. M. Anguita)

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Subiendo el Col de Bentartea buscando Untto

Subiendo el Col de Bentartea buscando Untto

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Así, voy atravesando y dejando atrás típicos caseríos vascos, como Iruleya, Etchebestea o Erreculuch. El color predominante es, sin duda, lo que yo denominaría «verde, pero verde de cojones» (Ray’s World)

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Panorama de Ray

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El verde contrasta espectacularmente con el blanco de la neblina de fondo. El efecto es espectacular. La sensación de quietud y tranquilidad pirenaica que transmite el entorno también es sobrecogedora. (Ray’s World)

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Dice Teresa Simal, que también sigue esta ruta y hace de Untto el final de su etapa

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Caminábamos charlando y nos perdimos; tuvimos que volver sobre nuestros pasos hasta encontrar la señalización correcta. Esta experiencia me hizo tomar consciencia de la necesidad de focalizar mi atención en la senda. Mi error fue seguir a otro, sin hacer uso de mis propias facultades, ni comprobar en cada bifurcación si el camino tomado era el correcto.

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Una vez encontrada la senda señalizada paramos a comer debajo de unos árboles. Nos faltaba mucho trecho por recorrer. Las dos últimas horas se me hicieron interminables, pues tenía miedo de que anocheciese sin encontrar el refugio. Ya puesto el sol, al fin divisamos unas casas, donde se debía encontrar el albergue. Así era, pero estaba completo y no había otro alojamiento posible. Cuando esto ocurre suelen dar cobijo al peregrino en cualquier lugar habilitado para ese fin. Nos instalaron en una nave de uso agrícola, con tejado de uralita, agujereada en sus paredes y con alguna que otra telaraña. Nuestro sentir era de agradecimiento, ya que nos dejaban pernoctar. Hay una gran diferencia entre el turista que exige y el peregrino que agradece. Aquello no era hotel ni albergue, era lo que era, una nave y no más, que nos sirvió para no pasar la noche lluviosa a la intemperie.

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Y otro peregrino nos cuenta en su diario acerca del mismo tramo lo siguiente:

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Untto en lo alto

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Realmente es cierto que el camino de SJPP a Roncesvalles sube, sube, sube, sube y sube más. Para un sedentario como yo es algo duro, pero como dijo alguien “si el hambre se quita comiendo” el camino se hace andando y en hora y media llego a Untto y me tomo una pausa (con coca-cola) en la granja Iturbia. Treinta minutos después me re-armo y vuelvo al camino. Lo cierto es que la subida se las trae y si los bicigrinos tienen que poner pié a tierra yo me veo obligado a hacer pausas continuas para recuperar el aliento. Aprovecho las pausas para ir contemplando la vista del valle del río Nive ya que conforme voy ganando altura la vista es magnífica y el clima ayuda con un día soleado.

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En la mesa de orientación aprovecho para beber agua (fresca y abundante) y seguir contemplando embelesado el paisaje. No tengo prisa ya que hoy sólo andaré 9 kilómetros por lo que me concedo una buena pausa para dejar que el corazón vuelva a ocupar su sitio bajándose de la zona traqueal.

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mesa de orientación

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‘Después de Untto, la última población hasta Roncesvalles, el Camino continúa por la misma pista (salvo en una ocasión, que se abandona para retomarla más arriba), ascendiendo por prados alpinos, entre matorral y helechos, mientras las laderas y los valles se pueblan de bosques de hayas, conníferas y robles.’ (J. M. Anguita)

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Pero yo me quedo con Sebastián, creo que se llama… voy con él un trecho. Quizás sea éste mi albergue, para hacer noche:

Jean Jacques ETCHANDY
refuge-auberge d’Orisson
Tél 06.81.49.79.56 ou 05.59.37.13.30
e-mail: jean-jacques.etchandy@wanadoo.fr
Dirección del refugio : GR65 Chemin de st jacques
BP 90013 UHART-CIZE

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Cuando reemprendo la marcha me cuesta horrores coger un buen ritmo de andar por lo que más parezco un caracol que un andarín. Además el sol da de lo lindo y la sombra escasea por lo que en cuanto llego a un grupo de árboles situados antes de un recodo de la carretera que ando pisando me echo en la hierba a pesar de que sólo he andado media hora desde la mesa de orientación. Creo que estoy cerca del Refuge d’Orisson pero necesito una pausa (otra) y me la tomo.

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Orisson 1

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Cuando creo que he recuperado cierta normalidad cardio-respiratoria, cargo la mochilla y prosigo la ruta. Nada más pasar el recodo, la pista de asfalto inicia un descenso que no esperaba ya que creía que todo el camino subía o llaneaba hasta el col de Lepoeder. Este tramo de bajada me permite andar más cómodamente aunque me hace temer que me esperan más subidas y en esos temores andaba cuando nada más salir de una curva veo el Refuge d’Orisson y su hermosa terraza.

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El refugio queda atrás

Sebastián deja el refugio atrás…

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Y volvemos con Ray, que también ha dejado Orisson atrás…

‘Me ha tragado. Me ha comido. Ha estado jugando conmigo. Parecía que se iba a ir, pero al dar una curva ¡Zas! Me ha devorado. Y ahí voy yo, entre las nubes, concentrado en cualquier sonido y pegadito al arcén, ya que hay momentos en los que se ve realmente poco. ¿El paisaje? Eso ya no existe. Es un recuerdo del pasado. Voy buscando las primera referencias culturales de mi Camino: la Virgen de Biakorre y las ruinas del castillo de Chateau-Pignon.’

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Virgen de Biakorre

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‘Muy cerca del monte Orisson, a casi 1.100 metros de altitud, encontrarán la imagen de la virgen de Biakorre. Desde aquí llegarán hasta el collado de Bentarte, el mojón que marca la frontera entre los Estados de Francia y España. Estas hoy bucólicas praderas también fueron escenario de cruentas batallas. Como así lo indican los restos del Chateau Pignon, el Castillo del Peñón, una guarnición avanzada construida en el siglo XVI por el Duque de Alba. Justo enfrente encontrarán otro peñasco guerrero, Zerkupe, sobre la que los vascones de la Edad del Hierro construyeron una atalaya para controlar este paso hace dos mil años.’ EITB

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Sebastián se ha hecho la foto de rigor y…

… sigo avanzando hacia el col de Leizar-Atheka, adonde llego después de abandonar el asfalto a la altura de la cruz de piedra.

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Cruz de Piedra

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También Ray ha dado con ella pero la llama Cruz Thibault.

En pocos minutos llego al col de Bentartea y la Fuente de Roldán. Pausa antes de entrar en Navarra. Tiempo para refrescar el cuerpo y, sobre todo, los pies. – dice Sebastián que parece no haber encontrado mayor dificultad pero Ray hace el Camino con niebla. Veamos su versión:

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Las nubes hablan. Juraría que las oí justo en el momento en que empezaba a pedalear por la senda verde. La niebla bajó en cuestión de segundos. A los 400 metros ya veía poquísimo y encima mi casi-imperceptible senda se divide en dos igual de imperceptibles que a su vez se van separando poco a poco, sin tener certeza de cual es la buena. Y no veo un pijo. Miro hacia atrás y todo es igual: un prado verde. Parada en seco. Oleada de pánico. ¿Adonde voy? Como para perderse está la cosa. Encima las guías y otros relatos por Internet avisan de la facilidad para perderse por aquí, así que no pienso hacer el tonto: media vuelta.

Vuelvo al Col y a la Cruz Thibault y los franceses y la parejita ya se están organizando para cruzar juntos y no perderse. Yo me acoplo rápidamente, con el sudor frío todavía en la frente. Media vuelta otra vez, y senda verde hacia arriba…Si, encima, hacia arriba. El Col de Bentartea es el primer puerto que veo que tras coronar sigues subiendo. Bueno, en realidad subes al monte Leizar Atheka y cuando coronas ya se empieza a llanear y bajar. En este punto se acaba la senda verde y ya se coge un carril, también denominable como camino de cabras. El punto crítico para perderse ya ha pasado. Cambio de problema: fin de la niebla, empieza el barro.

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España vista desde Francia

España vista desde Francia

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Fuente de Roldán

Fuente de Roldán (Ray’s World)

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Y ahora la McLaine dice:

‘Anna y yo dejamos atrás la frontera franco española y llegamos al lado español atravesando un bosque de hayas que cubría la cara norte del monte Txangoa. En el collado de Izandorre, poco después de las ruinas de Elizarra, me di cuenta de que nunca podría acordarme de los nombres de todos los sitios por los que iba pasando. Me paré a beber en una fuente; más tarde descubriría que las fuentes estarían esperándome en cada pueblo. El agua pura y limpia de las fuentes de los pueblos del norte de España habían hecho posible el Camino de Santiago.’

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En teoría ella también seguía la ruta de Napoleón, así que supuestamente vamos bien. Pero voy a retomar en este punto la guía práctica del peregrino, para consolidar el Camino virtualmente visualizado hasta ahora.

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‘En el kilómetro 15, la pista se separa de nuestra ruta en dirección a Organbide. Nuestra senda de hierba, sin embargo, prosigue hacia el collado de Bentartea, a través de las laderas de Leizar Atheka y, más tarde, junto a la alambrada divisoria de España y Francia, al lado frondoso de los hayedos. A menos de 1 km en la frontera, junto a la fuente de Roldán, una lápida informa: <<Saint-Jacques de compostela – 765 km>>. Tras el collado de Bentartea, un camino empedrado recorre la cara norte del monte Txangoa, y deja a un lado los restos de Elizarra. El collado Izandorre (sobre el barranco Txangoa), da paso a las laderas orientales de Aztobiskar. Tras el collado Lepoeder, al atravesar una pista que lleva de Ibañeta a Ortzanzurieta, surgen dos alternativas: tomar el camino de Ibañeta, que discurre por pista hacia el puerto y de allí a Roncesvalles, o descender por una pronunciada y peligrosa pendiente entre hayedos, por el llamado <<camino viejo>>, la antigua calzada romana. Ambas opciones vuelven a coincidir por la parte posterior de la colegiata’ J. M. Anguita Jaén

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OPCIÓN B: por VALCARLOS Luzaide (Camino Oscuro)

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‘Hay que salir por la carretera N-133 y, después de cruzar la <<Petite Nive>>, seguir su curso hasta Arneguy por un umbrío valle con especies arbóreas típicas de bosque de ribera (fresnos, alisos, sauces…). La frontera de España se franquea en Las Ventas, poco antes de Arneguy. Desde esta última localidad, se continúa junto a la carretera, pasando por Valcarlos y por múltiples caseríos y ascendiendo entre bosques de hayas y robles, hasta el barranco de la Ortiga. A partir de aquí hasta Ibañeta, se abandona la carretera, por el camino de Zabaleta. Una vez en Ibañeta, se desciende hasta Roncesvalles por una senda, a través de un hayedo, que se funde con el <<Camino Viejo>>, ya en las espaldas de la colegiata. ‘ J. M. Anguita

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San Jean, Torre del relojR�o Nive de San Jean

San Jean una casa en la carreteraMendi AlazArgenuy

Cruce en ArneguyLos PirineosLos Pirineos

Valcarlos, nuevas esculturasValcarlos, vistaValcarlos, casas

Dejando atrás Valcarlos - LuzaideLos PirineosCarretera de Los Pirineos

Sigue la carretera por los PirineosAntes del paso de IbañetaFauna en los Pirineos

Los Pirineos, vista sobre RoncesvallesEstado del Camino en los pasos siguientesLa Fuente

Estatua de la Virgen en la carretera de bajada

Edificio dedicado a RolandInterior del edificio dedicado a Roland

Recorrido por Valcarlos – Luzaide

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* NOTA PARA CICLISTAS:

Debido a los grandes desniveles que hay que superar, es recomendable rodar por la carretera, por la ruta de Valcarlos

Valcarlos 1

En la otra opción, la pista asfaltada llega hasta casi la frontera con España, pero después se pierde por la hierba y los descensos son peligrosos.

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Y ahora me apetece reencontrarme con el Camino de Léon Degrelle:

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‘He llegado a lo alto de la cordillera pirenaica, al famoso Col de Ibaneta (1.057 m.), desde donde se pueden divisar Francia y España, y, al parecer, cuando está despejado, el Mediterráneo y el Atlántico.

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Es aquí por donde los peregrinos que llegaban de toda Europa a través de estas enormes gargantas, de un verde oscuro, se arrodillaban al pie de la «Cruz de Carlomagno», e incluso ellos clavaban una pequeña cruz de madera -las había a millares-; mientras, sobre toda la colina iluminada, crecía la esponjosa hierba.

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Esta tarde, mientras que un admirable crepúsculo cárdeno caía sobre los montes, toda la colina estaba moteada de formidables carneros merinos completamente blancos con la cabeza negra; estos animales, esparcidos por estas vertientes, me evocaban las cruces blancas de antaño, talladas en madera fresca… Al fondo, susurraba el torrente, que era muy grande, de la bella Canción de Rolland.

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Cantando, desciendo hacia Roncesvalles por un bosque de robles enormes, inclinados hacia los precipicios, a veces orlados del breve relámpago dorado de las retamas. Y siempre, al fondo, el rio, cayendo en cascada, cantaba.

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Entre los grandes árboles, diviso la Abadía, mole impresionante:una admirable vieja torre de piedras azuladas, con almenas, encima de un porche; poderosos caserones, pero sin tejados, o cubiertos por horrorosas chapas grises y herrumbrosas.

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Pero el general belga peregrinó a principios de la década de los 50. Sin embargo Ray, está apunto de coronar Ibañeta:

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Y aquí voy yo, bajando hacia el Alto de Ibañeta (si, antes tras coronar un puerto seguía subiendo, y ahora desciendo hacia un Alto….curioso). Cuando alcancé la cima del Collado de Lepoeder, como comenté, tenía dos opciones para llegar a Roncesvalles. A través de un hayedo (3 kms.) o bajando por el asfalto (bastante más pero todo para abajo). He elegido el asfalto porque había leído que el tramo del hayedo era muy difícil, y si le añadimos el barro tenía que ser un infierno, así que aquí voy, por el asfalto. He enganchado esta cutre carretera que en verdad es la bajada de un puerto que empieza en Ibañeta...el col de Oraitz…de Orbaiche….de…un momento…comodín de Internet….¡Ortzanzurieta! Como para acordarse del nombre.

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Capilla de San Salvador

*Enlace Recomendado: Capilla de San Salvador de Ibañeta

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Donde dicen:

‘En el collado de Ibañeta se originó el Roncesvalles universal. En ese lugar del Pirineo axial los peregrinos clavaban sus toscas cruces. En el lugar se erigió el que fue primigenio y más importante hospital jacobeo…’

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Cruces de Ibañeta

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‘Huye el día, la noche se ha hecho oscura. Carlos, el poderoso emperador, reposa. Ha tenido un sueño: hallábase en los más grandes puertos de Cize; sostenían sus manos su lanza de fresno. El conde Ganelón se la arrebataba y tan violentamente la blandía que hasta el cielo volaban las astillas. Carlos duerme; no se ha despertado.’

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La Canción de Roldán

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monolito de Roldán

Monolito de Roldán

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El conde Roldán tiene la boca ensangrentada. Se le ha roto la sien. Toca su olifante dolorosamente, con angustia. Carlos lo oye, y como él todos los franceses. Y dice el rey: -¡Largo aliento tiene este olifante!

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La Canción de Roldán

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No salgo de mi asombro y he de dejar constancia escrita en este diario de peregrinación: Los portazgueros son unos soeces, y nos chupan todo lo que pueden, hasta injuriarnos. No se me había olvidado todavía lo de Ostabat, cuando ahora he de relatar escenas vergonzosas; en San Juan de Pie de Puerto, en San Miguel y, en general, en los pasos difíciles del Cisa, nos clavan los portazgueros hasta deslomarnos injustamente.

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Ya no es poco la impresión de abatimiento y de miedo que da la presencia de los montes Pirineos, como para que se añada la catástrofe de estos abusos, que tanto dañan la oración peregrinante de nuestros pasos. No me han servido de nada los salvoconductos extendidos por Pedro IV a mi nombre. En San Juan de Pie de Puerto se nos ha presentado la leyenda de Carlomagno. Unos de los guías, después de pagar la alcabala, comentaba sobre el velatorio que organizó Carlomagno en fúnebre honor de sus Doce Pares muertos. Lo que más me gustó, entre lo que contaba el buen cicerone de la montaña, fue lo de las teas que lucieron toda la noche teniendo como candeleros los miles de lanzas de los soldados del gran emperador de Aquisgrán. Me he fatigado enormemente al ascender por el rio Valcarlos, buscando los lugares menos nevados y escarpizos. Yo he subido el largo puerto de Cisa con más diminuta preocupación que antaño. Resulta que, quizá por el habla de sus habitantes -son vascos-, esta gente impone fiero horror. He podido comprobar, Velay, algunas amabilidades en Garoscaray y en Gaorqueta, donde pedimos, como mendigos, como peregrinos; y obtuvimos panes y nos calentamos al fuego para reponer fuerzas. Uno de mis compañeros dice haber leído en el *«Liber santi Jacobi» que los vascos acostumbran a desvalijar a los peregrinos de Santiago y que cabalgaban sobre ellos, como si fueran asnos y los mataban. Lo que si es cierto es aquello de Ricardo Corazón de León, exigiendo a los señores de estas tierras poner todo su empeño en la defensa de los «romius».

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GEOFROI DE BULETOT (1381)

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En Roncesvalles hay tanto que ver… que prefiero dejar aquí como mucho la información práctica de la guía de la que en esta etapa nos acompañamos y continuar en otro momento con la visita virtual:

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ALBERGUES:

Refugio de peregrinos de Roncesvalles. El Cabildo de la real colegiata acoge a los peregrinos durante todo el año. Cuenta con 100 plazas. Se admiten bicicletas. Teléf: 948 760 000

Albergue juvenil de Roncesvalles. Teléf: 948 760 302

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HOTELES:

HS* La Posada. Colegiata de Roncesvalles. Teléf 948 760 225. 18 habitaciones. 45/39 € hab. doble; 36/ 32 € hab. indiv.; 10, 94 € comida / cena.

HS Casa Sabina. Carretera Pamplona-Francia, km 48. Teléf: 948 760 012 / 948 790 438. 5 habitaciones. 37/ 31 € hab. doble; 3,01 € desayuno; 9,02 € comida/ cena

HS** Casa Marcelino. C/ Elizaldea, 1 (Valcarlos). Teléf: 948 790 186. 18 habitaciones. 36 plazas 40 € hab. doble; 9,7 € comida / cena.

H* Maitena. Calle Elizaldea, 1. Teléf: 948 790 210. 8 habitaciones. 16 plazas. 43/ 39 € hab. doble; 37/36 € hab. indiv; 3,5 € desayuno; 12 € comida / cena.

P* Andiko Berri. Barrio Azoleta. Teléf: 948 790 137. 4 habitaciones. 8 plazas. 23 € hab. doble; 2,4 € desayuno.

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Flecha amarilla


17 Comentarios

  1. EXPERIENCIA COMPARATIVA

    El primero de Alfonso Biescas.

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    Alfonso Biescas

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    13.03.99. Sabado.
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    Hemos dormido bien, pero yo diría que poco. A las 7 de la mañana estabamos esperando a Pedro Mari, taxista de Burguete que nos habría de llevar a Saint Jean. Hacemos el camino hablando y se ríe cuando al decirme que se está haciendo una casa y no saber qué nombre ponerle, le explico una anecdota que mi madre contaba siempre.

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    Dado que en el norte se acostumbra a poner nombres tipo “Toki Eder” (lugar bonito), “Toki Alai” (lugar alegre) etcetera, hubo quien puso a su casa Toki Eltimbre, es decir, toque el timbre.

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    Y así, en un momento, entre risas y agradable conversación, llegamos. Nos deja junto a las murallas y nos vamos a desayunar, porque yo en ayunas no me cruzo los Pirineos por muchísima ilusión que lleve. Chapurreando francés y euskera lo conseguimos y nos vamos a buscar a Madam Debril para que nos ponga su sello, un clásico del Camino. Como la sacamos de la cama, nos echa una bronca memorable. Todo muy francés. Finalmente nos perdona, nos pone el sello inaugurando la Credencial y nos dice que ni se nos ocurra ir por la ruta de Napoleón, porque hay nieve y no vamos a poder pasar.

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    Y claro, Fernando lo primero que me dice tras despedirnos de ella es que lo podemos intentar y que si no podemos, ya nos espabilaremos. Creo que no es muy buena idea, poco prudente de cualquier forma.

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    Me relajo cogiendo una piedra que llama mi atención. Me la guardo y cuando llegue a la Cruz do Ferro la depositaré.

    Dice la leyenda que cuanto más tiempo se lleve, cuanta mayor distancia recorra en tu compañía, más fuerza adquiere.

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    Así que despacito, porque los primeros repechos son de verdad, empezamos a subir. Empieza a llover. Primero txirimiri que pasa a aguacero al cabo de un rato. Fernando protesta. Le cuesta seguir. A mí la ilusión me lleva adelante como un tiro, no puedo seguir su lento paso y me adelanto. Y vuelvo a él para comentarle lo que viene. Y otra vez y una vez más. Así hasta la Virgen, aproximadamente media etapa, en donde lo espero dibujando en la nieve. Viene enfadado. Va roto, agotado y dice que lo engaño, que continuamente le estoy diciendo que ya está, que se acaba la cuesta. Menos mal que llevo yo la pequeña bolsa con el agua y los bocadillos, que sino allí mismo me mata, y además me deja sin comer y eso si que sería grave.

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    Seguimos y clavamos nuestras cruces al llegar a la de Carlomagno. Hay bastante nieve y la niebla se nos está echando encima. Como no vayamos rápido vamos a tener problemas, y de los gordos. Y Fernando cada vez va más lento, peor.

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    Al pasar por el ventisquero, justo antes de llegar a Navarra, el viento me tira tres veces al suelo. No se me lleva de milagro. Ya decía que peso poco. Lo paso muy mal. Domino el miedo y como puedo llego a la protección. Fernando, por su corpulencia, pasa mejor. Allí nos comemos los bocadillos y
    me hago la foto del día. La pinta que tengo es de superviviente. Empapado, sudado, y tirando a cansado, que la climatología no ayuda.

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    Pero lo que se puede ver a través de la bruma, de la lluvia, es extraordinario. En mi interior el paisaje es inenarrable, maravilloso.

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    Porque ya lo decía al principio, hay dos caminos, dos paisajes. Y el arte está en ver ambos, en valorarlos, recordarlos, admirarlos.

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    En el hayedo final la nieve nos llega casi a la rodilla. Así que me tiro y deslizo como un trineo. Bajo como un tiro mientras oigo cómo Fernando se queja a mis espaldas. Se ha debido dar con un árbol, hoy no es su día. Terminamos en un lodazal memorable. Lleno de barro hasta las orejas, agotado por el esfuerzo, que me he hecho la etapa casi dos veces volviendo a por Fernando, animandolo, empapado de sudor pero con una ilusión como pocas veces he sentido, repentinamente se me aparece la Abadía de Roncesvalles. Se lo grito a Fernando y me contesta que no se lo cree, que llevo diez horas engañandole con la misma mentira. Pero no lo oigo, estoy llorando de emoción.

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    Extáticos por haber llegado, nos vamos a tomar algo caliente al hotel Casa Sabina y nos dicen cariñosamente pero sin opción a discusión, que si no nos quitamos las botas y el pantalón, no nos dejan entrar, que lo vamos a poner todo perdido, que parece que nos hayamos metido en una piscina de barro. Y es verdad, vamos que damos pena. Así que nos sacan un café con leche a la puerta y me voy disparado para la Misa y Bendición. Fernando se va a duchar, está derrotado. En la iglesia, otros peregrinos que mañana empezarán su Camino me miran aterrados. Se asustan al verme cómo voy, se miran y temen por su futuro.

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    Cuando al final de la ceremonia piden los oficiantes que los peregrinos se acerquen al altar para la Bendición medieval, casi no puedo respirar por la emoción.

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    No creo que haya que ser creyente para disfrutar de este momento mágico, del primer misterio iniciático del Camino. Y como a muchos otros peregrinos antes, las lagrimas me resbalan por las mejillas, mezclando el barro del esfuerzo, con la energía del sentimiento.

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    No dejo de pensar que me estoy metiendo en algo muy importante, fuera del tiempo y del mundo. En algo que no sé a dónde me va a llevar. Pero es precisamente eso lo que he venido a buscar.

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    14.03.99.Domingo.

    Fernando se vuelve. Ha tenido bastante con la etapa de ayer. Así que desayunamos juntos y mientras Pedro Mari se lo lleva a Pamplona, me cargo la mochila y me echo a andar…

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    El segundo de Alfonso Biescas.

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    Alfonso Biescas

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    Con un madrugón como el de ayer, ya estábamos los tres desayunando, con buen apetito por cierto.

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    Mientras, esperábamos el taxi que nos había de llevar hasta Ostabat, prácticamente en donde se juntan tres de los cuatro grandes caminos jacobeos en Francia. No hace frío a pesar de ser un amanecer en los Pirineos. La temperatura debe andar alrededor de los 20ºC, una barbaridad para la estación y la hora. Si esto sigue así se nos van a calentar los pies si no otra cosa.

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    Nos viene a recoger Pedro Mari, taxista de Burguete que el año pasado nos llevó a Fernando y a mí a Saint Jean. Sigue tan dicharachero como siempre, un encanto, hombre majo en donde los haya. El trayecto hasta el Ayuntamiento de Ostabat es un paseo que hacemos en agradable charla.
    (…)

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    No ha amanecido y ya estamos todos despiertos, metiendo el saco en la mochila. Estamos con ganas de liarnos con un buen desayuno y con el Pirineo después. Para todo el grupo será la primera vez que se enfrentan a las endiabladas pendientes de la cordillera por la Ruta de Napoleón. Yo ya me di el gusto el año pasado, tirando de Fernando y pasando de milagro entre la nieve, el viento y el barro.

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    Hace un día maravilloso. No ha amanecido pero el cielo está inmaculado, sin una sola nube y muchísimas estrellas. Y no hace nada de frío. Si aún sudaremos. A las 7.30h Pedro Mari ha aparecido con el taxi para llevarnos las mochilas a Roncesvalles. Vamos a caminar con las manos en los bolsillos, llevando por turnos la bolsa de las cámaras de Txemari. Nos estamos aburguesando. No sé de quién ha sido la idea de esta perversión.

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    El desayuno lo realizamos entre risas y en francés. Algunos con más estilo que otros. Pero como dice la 2ª Ley de Benito: “Cuanto más te aprietan, más gritas” es decir, que como todos tenemos hambre, nos espabilamos en chapurrear francés o euskera lo mejor que podemos y si no, abusar de la amistad de los que bien los hablan y poder desayunar a gusto.

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    Del peregrino extranjero que ayer encontramos en el refugio no hemos vuelto a saber nada. Ha desaparecido. O fue una aparición. El primer misterio de este Camino. Cuando salimos a la calle nos encontramos con una mañana soleada y sofocante. Hace ya un calor increíble, más de 25ºC y acaba de amanecer. Todos siguen en short mientras que yo me he arremangado un poco los pantalones para ver si me entra un poco de fresco por los bajos. Hoy vamos a sudar de lo lindo.

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    Antes de liarnos con los repechos, vamos a comprar pan, fiambres, fruta y agua para hacer unos bocadillos y poder sobrevivir a lo que nos espera. Así que repartimos las dos bolsas, la de las cámaras y la de las vituallas y enfilamos hacia arriba.

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    Los primeros kilómetros son los más duros, lo recuerdo del año pasado. Les digo que no se me asusten, que este inicio es el tramo más empinado y además vamos muy frescos. Y cuando esto digo me refiero a que vamos muy descansados, que vamos empapados en sudor en este maravilloso día de luz y sol.

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    Cuando llegamos a la Virgen, nos tumbamos en la hierba según vamos llegando, que las cuestas han hecho como el Tour, ponernos a todos en fila de a uno y con cara de no tenerlas todas con nosotros.

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    Llega último Txemari preguntando si queda mucho todavía. Yo miro para otro lado y los demás lo animan contándole que estamos a un paso de la Cruz de Carlomagmo, para distraerlo de su preocupación y animarlo.

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    Sacamos los bocadillos y la verdad es que nos saben a gloria. Que entre el ejercicio y la amistad el hambre hace de las suyas. Que no sé si lo ha dicho algún Premio Nobel de medicina, pero no hay nada para sentirse mejor que el cariño, la amistad y el ejercicio.

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    Adelantamos a un peregrino que camina descalzo y con cara de iluminado. Va a su ritmo, muy tranquilo. No se si alcanzará Roncesvalles hoy. Si se queda por el monte, frío no ha de pasar, que seguro que hace una noche estrellada y templada, preciosa.

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    Todos llevamos ramas que hemos cortado y adecuado mientras subíamos. Tengo cuerda para que todos puedan hacer sus cruces. Con las navajas les sacamos una buena punta en la base. A llegar a la de Carlomagno, clavamos las nuestras en silencio, perdidos cada uno en sus pensamientos.

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    Desde allí y dado el buen día, intentamos ver el Golfo de Vizcaya. Salvo Txemari que dice que se ve perfectamente, los demás sólo podemos afirmar que creemos vislumbrarlo, pero no tenemos muy claro si es ilusión o realidad.

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    Pasado el desfiladero, al entrar ya en Navarra, empezamos a notar el cansancio. Hemos subido a buen ritmo y el calor nos está haciendo sufrir. Y no saben todo lo que todavía falta hasta llegar al último alto antes de bajar en picado por el hayedo a Roncesvalles. Mejor les cuento un par de leyendas y algún chiste para animar un poco.

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    Sufrimos. Sufrimos mucho. Justo antes de que empiece la bajada nos sentamos un rato y esperamos a que lleguen los rezagados. Parece mentira, pero se me ha hecho mucho más dura esta etapa con calor que con frío, con sol que con viento y nieve. Vamos agotados. Menos mal que no hemos cargado con las mochilas. Hubiera sido tremendo, insuperable. Y blandengues no somos, de verdad.

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    En la vertiginosa bajada las rodillas me tiemblan, casi me fallan. Llevo una pájara histórica. Los demás van demacrados, así que tampoco deben ir muy allá. Menos mal que no hay barro que nos frene.

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    La aparición de la Colegiata nos ilumina los ojos. Parece mentira lo que puede la ilusión, pues yendo rotos, los últimos metros los hacemos en un suspiro y sonriendo. Para que aprendamos, que cuando el cuerpo no puede, la mente sí.

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    Mientras todos se dirigen al refugio, Txemari y yo nos vamos al Hostal Sabina en donde tenemos reservado un cuarto. Nos damos una maravillosa ducha y cuando él se va a tomar una cañita con los demás yo me acerco al Museo de la Colegiata.

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    Debe ser la curiosidad la que me da fuerza en estos momentos. Porque rotos como hemos llegado me he dado otro hartón de andar y mirar. Pero no he conseguido encontrar la tumba de Sancho el Fuerte. Mira que es grande y no la he visto.

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  2. Diario de un peregrino descalzo.

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    Despierto al amanecer. Le explico al joven de la recepción que llegue ayer y le pregunto cuanto le debo. Está un poco perdido cuando le contesto que no tengo ni vehículo, ni tienda, y me cobra 14 Francos por una persona, probablemente con la idea de que estoy loco. Vuelvo al pueblo para encontrar a Madamme Debrill para obtener el primer sello en mi credencial de peregrino, y para comprar algo de pan y fruta. El sendero ascendente tiene una pendiente pronunciada, y hay niebla continua toda la mañana.

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    Diario de un peregrino descalzo

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    Después de pasar la Virgen de Orisson, pierdo las flechas amarillas. Un Español bajando por pleno campo a marcha forzada, me indica que lo más corto es seguir recto hacia la hendidura que se avista a lo lejos entre dos picos. El prado es húmedo y esponjoso, e irregular de mala leche, pero no tardo mucho en volver a encontrarme con el camino señalado. La pista de grava parece serpentear el monte sin fin, pero viendo como caen los ciclistas medio muertos a mi lado durante el almuerzo, parece que mi modo de transporte es más relajado. Al oír una campana uno de ellos dice con su último aliento sin siquiera abrir los ojos – Me comería esa cabra aquí mismo. Durante mi siguiente pausa, ya cerca de la cima, dos chicas francesas y un joven suizo paran para hablar conmigo. Cuando me dispongo a seguir, alucinan al notar que no llevo zapatos. Pensé que te los habías quitado para descansar – exclama el suizo – debes ser de otro planeta. Empieza a lloviznar cuando paso el marco de la frontera. Desde aquí es cuesta abajo. El bosque denso es de una belleza melancólica y el barro del suelo es agradable aunque algo resbaloso. Llego a Roncesvalles a media tarde. La chica que sella los credenciales me ofrece un par de chancletas para el resto del camino y me mira algo desconcertada cuando le digo que no gracias. Me encuentro con el suizo otra vez. Sus compañeras francesas ya partieron de vuelta a casa con el autobús. Resulta un alivio para los dos descubrir que nos podemos comunicar en castellano. Se llama Guillermo, y sus padres son originalmente de Alicante. Compartimos un queso local de cena, y atendemos la misa de bendición. Me da algo de cosa entrar en la capilla descalzo, pero Guillermo me convence que si puedo andar así el Camino, puedo entrar así. El inmenso dormitorio esta hasta la bola, y me toca mi primerducha fría. Los ronquidos inmundos en «Ronques-valles» de algún desgraciado serán el gran tema de conversación entre peregrinos el próximo día.

    http://www.oocities.org/vinividivixit/caminoe.html

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  3. El camino de Shirley McLaine

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    El camino de Sherley MacLein

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    Empecé el viaje a la mañana siguiente, el 4 de junio, equipada con mis tres kilos de mochila a la espalda. Hacía un día precioso y muy soleado, y ahora podía ver las flechas amarillas que nos guiaban a la salida del pueblo. Divisé a otros peregrinos por delante de nosotras. Algunos andaban en parejas; otros iban solos. No había ningún solemne cortejo de peregrinos. Simplemente punteaban el paisaje e iban subiendo los pirineos. La mayoría llevaban la concha de vieira -el símbolo del Apóstol, que se había convertido en la insignia de los peregrinos de Santiago- colgando de su mochila. Mientras andaba pensé en los que me habían precedido. Los peregrinajes a Compostela habían reunido a representantes de toda la humanidad europea.

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    El Camino, de hecho, había sido una especie de legado con que la cristiandad medieval intentó unir, a través de la fe y de la devoción, muchos aspectos de la sociedad relacionados con el arte, la religión, la economía y las actividades culturales. El pueblo llano, los santos y la realeza dejaban a un lado sus distinciones sociales y sus fronteras nacionales para rendir culto a lo divino y encontrarlo dentro de si mismos durante el viaje a Santiago de Compostela. Junto con Roma y Jerusalén, el Camino era el centro de la cristiandad y todo lo que eso lleva implícito.

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    El obispo de Le Puy, , acompañado por un séquito de muchos fieles, fue uno de los primeros en hacer la peregrinación en el año 950 y dejar constancia de ella. Aunque se decía que la ruta ya había sido escenario de peregrinaciones miles de años antes, no se ha encontrado ninguna crónica de estos primeros viajes. El número de peregrinos fue aumentando siglo tras siglo, y su paso quedó registrado en los relatos escritos de sus primeras experiencias. En aquellos primeros tiempos los peregrinos viajaban en grupos para protegerse mutuamente porque los bandidos, ladrones y vagabundos eran un motivo de auténtica preocupación. Los caballeros templarios fueron una sociedad fundada para proteger a los peregrinos y asegurar que pudieran llevar a cabo su viaje devocional. Las iglesias y refugios esparcidos a lo largo de la ruta ofrecían cobijo, alojamiento, consejo y ayuda.

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    Una cuestión que me interesaba especialmente era el papel que tuvieron los invasores moros a lo largo del Camino en relación con el mundo cristiano. Me sorprendió ver que nuestros conflictos actuales eran muy similares. Para los árabes, el cristiano era un infiel y un esbirro de Satanás. Para el cristiano, el árabe era un pagano que gobernaba mediante la espada. Las cosas no habían cambiado mucho. Yo no entendía del todo ninguno de los dos puntos de vista, y no tardaría en empezar a ver cual era el origen de mi confusión.

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    Salir de Saint-Jean-Pied-de-Port fue todo un bautismo de fuego, porque la ruta te obligaba a subir por los Pirineos. Yo no estaba acostumbrada a la falta de oxígeno tampoco había establecido un ritmo de marcha. Enseguida me di cuenta de que Anna iba a andar más despacio que yo, y no quería dejarla demasiado atrás por miedo a perderla de vista y tomar el camino equivocado. Aflojé el paso. Me acordé de lo duro que había sido para mí como bailarina profesional formar parte de una clase de principiantes en vez de poder trabajar con una clase avanzada. Como yo ya había aprendido a prescindir del esfuerzo, mis movimientos se volvían más intensos y concentrados y eso hacía que resultaran más laboriosos. Allí ocurría exactamente lo mismo.

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    Seguimos subiendo unos cinco kilómetros y medio, rodeadas por hayas, castaños y avellanos. Ni siquiera los problemas para respirar podían impedir que me sintiera muy feliz. Las montañas eran extraordinarias. Los cencerros de las vacas ecos de francés, danés, español y alemán resonaban a nuestro alrededor, y su música danzaba entre los árboles. Las conversaciones de los viajeros llegados de tierras lejanas nos traían.

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    Junto al sendero se divisaban las flechas amarillas, a veces toscamente pintadas sobre las rocas o encima de la hierba.

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    Los troncos de los árboles estaban cubiertos de margaritas, narciosos trompones y flores de color púrpura. Pensé en mi infancia y me recordé del día que me tropecé con un precioso parterre de flores cuando iba a la escuela. Me detuve a contemplar su belleza, y recuerdo que en ese momento una felicidad absoluta se adueñó de mí. Sentí como si estuviera fundiéndome con las flores y acabé formando parte de ellas. Me convertí en la consciencia de las flores, quedando totalmente libre de las preocupaciones cotidianas de una niña de seis años. Ese momento ha quedado grabado en mi memoria como un ejemplo de lo que podía llegar a ser la consciencia de la vida adulta si se lo permitías. Le hablaba a lo que yo había aprendido: que todos estábamos formados de parte de todo y viceversa. ¿Qué nos impedía volver a esa verdad siempre que lo necesitáramos? ¿Y estábamos destinados a vivir en ese estado de mente, cuerpo y espíritu durante la totalidad de nuestras vidas? ¿Por qué aceptábamos que el sufrimiento fuese el abanderado de nuestra existencia? Parecía que todas las religiones terrenales enseñaban que el sufrimiento era el estado natural de la humanidad.
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    Y justo cuando estaba pensado eso, noté que se me estaba formando una ampolla en el pie derecho. Me paré. ¿Tan pronto? ¿Aquello estaba ocurriendo tan pronto? Me había frotado los pies con vaselina, y había escogido un calzado que me parecía era muy cómodo y no me apretaba en ningún sitio. Me senté, dejé la mochila en el suelo, me quité la bota y el calcetín, y me acordé de que en la clase de ballet solía salirme la misma clase de ampollas. Me apresuré a ponerme una tirita para evitar el roce de la bota con la piel y recé.
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    Sentí que un leve estremecimiento subía y bajaba por mi columna vertebral, y después una presencia pareció envolverme. Reconocí su vibración. Incluso tenía una nombre para ella. Era un ángel, y sentí que se llamaba Ariel. Llegué a tener la sensación de que estaba siendo visitada por un ángel llamado Ariel, y el ángel empezó a hablarme dentro de mi cabeza. No sabía si era varón o hembra o ambas cosas a la vez, como un espíritu carente de sexo.

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    <<No tengas miedo de tu cuerpo físico -me dijo-. Aprende a sentir el placer tal como lo experimentas. Tu viaje es para aprender eso. Déjate llevar por la experiencia y renuncia a tu orientación de alcanzar una meta. La meta es el camino>>.

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    Entonces la vibración pareció disiparse, como si el ángel se hubiera ido. Volví a ponerme la mochila y seguí andando. La ampolla se había formado en el pie derecho, que está controlado por el lado izquierdo del cerebro.

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    El hemisferio izquierdo controla el pensamiento lógico y lineal y también nos orienta hacia las metas. Yo sabía que ese era mi gran problema.

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    ¿Había sido yo hablándome a mí misma, o aquel ángel era lo que podríamos llamar una identidad independiente? Entonces comprendí que tanto daba. Éramos todos y todo, y todos y todo eran nosotros. Como punto de vista quizá fuera un poco místico y esotérico pero, en lo que a mí concernía, la voz no necesitaba ser investigada. Mientras me diera consejos buenos y razonables la escucharía…, y si no estaba de acuerdo con lo que me decía, de todas maneras probablemente no la oiría.

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    Y así seguí andando por los Pirineos, olvidándome de mi ampolla e imaginándome como habría sido aquel lugar en el pasado mientras seguía el viejo camino romano por el que habían viajado los árabes, los romanos, Carlomagno y su ejercito, Napoleón, San Francisco de Asis y millones de otros peregrinos. Qué ganas tenía de volver a aquellos tiempos mientras me enfrentaba a la ardua, y aun así sublime, tarea de seguir adelante con placer…

    (…)
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    Dejando atrás el paso de Ibañeta a través de más hayedos, llegamos a Roncesvalles. Ya había anochecido. Había andado unos veinte kilómetros.

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    Roncesvalles es el punto de encuentro entre dos grandes tradiciones: la del peregrino y la de la historia y la leyenda de Carlomagno. Considerado uno de los primeros lugares de acogida de peregrinos, ha ido recibiendo las donaciones de personas ricas e importantes de toda Europa a lo largo de los siglos.

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    Roncesvalles goza de un estatus mítico entre los historiadores. Ha sido escenario de muchos enfrentamientos famosos entre las tropas de Carlomagno y los ejercitos aragoneses y vascones. Aquí, en una gran batalla librada en el año 778, los ejercitos de los vascones y los aragoneses masacraron a la retaguardia del ejercito de Carlomagno mientras éste se retiraba. Aquí murió heroicamente Rolando, el más grande de los paladines de Carlomagno (los Doce Pares). Yo sabía de todo aquello gracias a los libros que había leído cuando me preparaba para el viaje. Pero había mucho más que aprender, como no tardaría en descubrir.

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    Finalmente, Anna y yo entramos en elrefugio de Roncesvalles, exhaustas y riendo de puro doloridas que estábamos.

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    El hostal, lleno de peregrinos, estaba a oscuras. Todo el mundo dormía entre ronquidos y toses. Conque eso era lo que me esperaba en el futuro, ¿eh? Encontramos un par de literas superiores que no estaban ocupadas y dejamos las mochilas en ellas. Muertas de hambre, buscamos el origen de la luz en un pequeño bar pegado al hostal. Entramos en el local lleno de humo donde nos sirvieron una sopa de champiñones bastante aceitosa. Nada más verla me entraron náuseas, pero no había otra cosa que comer. Sí, eso era lo que me esperaba en el futuro.

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    Volvimos al hostal y, como todo estaba tan oscuro, no conseguimos encontrar la ducha. Sucia y cubierta de polvo y sudor enfriado, trepé a mi litera y me desplomé sobre ella. Me metí los tapones en los oídos y, para mi sorpresa, no tardé en dormirme.

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    Creo que aquella noche soñé con todos los hombres que había conocido a lo largo de mi vida. Era como si en sueños estuviera haciendo una limpieza de lo que había ocurrido durante aquellas relaciones. Los había dejado atrás y ahora estaba lista para enfrentarme a otra manera de emplear mi sexualidad. Los sueños eran bastante confusos. Había montajes del equipaje que tanto yo como ellos habíamos aportado a las distintas uniones, y en cada caso pude darme cuenta de que ninguna de las dos partes estaba entera. En vez de celebrar la plenitud que llevábamos dentro, cada parte esperaba que la otra llenara un vacío de si misma: la unión era un intento de encontrar la mitad perdida del ser que éramos en realidad.

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    Me sorprendió lo que había soñado. No parecía tener ninguna relevancia de cara a lo que había hecho aquel día.
    Desperté para…

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  4. El peregrino de Compostela (diario de un mago) – PAULO COELHO –

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    el peregrino

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    No habíamos andado más de quinientos metros cuando, tras bordear una curva del camino, el mundo cambió de repente. Una gigantesca planicie ondulada se extendía ante nosotros, a la izquierda, en el camino de bajada, a menos de doscientos metros de nosotros, un lindo pueblecito con sus humeantes chimeneas nos esperaba.

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    Comencé a caminar más rápido, pero Petrus me detuvo. —Creo que es el mejor momento de enseñarte la Segunda Práctica de RAM —dijo, sentándose en el suelo e indicándome que hiciera lo mismo. Me senté de mala gana. La vista del pueblecito con sus chimeneas humeantes me había perturbado bastante. De repente me di cuenta de que llevábamos una semana entre los matorrales, sin ver a nadie, durmiendo a la intemperie y caminando todo el día. Se acabaron mis cigarrillos y me vi obligado a fumar el horrible tabaco enrollado que Petrus usaba. Dormir dentro de un saco y comer pescado desabrido me gustaba mucho cuando tenía veinte años, pero allí, en el Camino de Santiago, era algo que exigía mucha resignación de mi parte. Esperé impaciente a que Petrus acabara de preparar y fumar su cigarro en silencio, mientras soñaba con el calor de un vaso de vino en el bar que podía ver a menos de cinco minutos de caminata.

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    Petrus, bien abrigado con su suéter, permanecía tranquilo y miraba distraídamente la inmensa planicie. — ¿Qué tal la travesía por los Pirineos? —preguntó, luego de un rato.
    —Muy bien —respondí, sin querer alargar la conversación.
    —Debe haber estado muy bien, puesto que
    tardamos seis días en hacer lo que se pudo haber hecho en sólo uno.

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    No creí lo que estaba diciendo. Tomó el mapa y me mostró la distancia: 17 kilómetros. Incluso caminando despacio por las subidas y bajadas ese camino pudo haberse andado en seis horas. —Estás tan obcecado por llegar a tu espada que te olvidas de lo más importante: es necesario caminar hasta ella. Por mirar fijamente hacia Santiago —que no puedes ver desde aquí— no te diste cuenta de que pasamos por determinados lugares cuatro o cinco veces seguidas, en diferentes ángulos.
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    Mientras Petrus decía esto, comencé a darme cuenta de que el Monte Itchasheguy —el más alto de la región— a veces estaba a mí derecha, a veces a mi izquierda. Aun cuando reparé en ello, de momento no llegué a la única conclusión posible: habíamos pasado y vuelto a pasar muchas veces. —Lo único que hice fue usar rutas diferentes, aprovechando los senderos abiertos en la maleza por contrabandistas, pero
    aun así era tu obligación notarlo.

    «Eso te pasó porque tu acto de caminar no existía, sólo tu deseo de llegar.»

    —Y si me hubiera dado cuenta?
    —De todas formas nos habríamos tardado los mismos siete días, porque así determinan las Prácticas de RAM; pero al menos habrías aprovechado los Pirineos de otra forma.

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    Estaba tan sorprendido que me olvidé un poco del frío y del pueblecito. Cuando se viaja en dirección a un objetivo —dijo Petrus—, es muy importante prestar atención al Camino. El Camino es el que nos enseña la mejor manera de llegar, y nos enriquece, mientras lo atravesamos. Comparando esto con una relación sexual, diría que son las caricias preliminares que determinan la intensidad del orgasmo. Cualquiera sabe de esto. «Y así sucede cuando se tiene un objetivo en la vida. Puede ser mejor o peor, dependiendo del camino elegido para lograrlo y de la manera como lo atravesamos.

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    Por eso es tan importante la Segunda Práctica de RAM: extraer, de lo que estamos costumbrados a mirar todos los días, los secretos que no logramos ver debido a la rutina.

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    Y Petrus me enseñó El Ejercicio de la Velocidad. —En las ciudades, en medio de nuestros quehaceres cotidianos, este ejercicio debe ejecutarse en veinte minutos, pero como estamos cruzando el Extraño Camino de Santiago, nos tardaremos una hora en llegar a la ciudad. El frío —del que ya me había olvidado— volvió, y miré a Petrus con desesperación, pero no prestó atención: cogió la mochila y comenzamos a caminar aquellos doscientos metros con una lentitud desesperante.

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    Al principio sólo miraba la taberna, un edificio antiguo, de dos pisos, con un letrero de madera colgado sobre la puerta. Estábamos tan cerca que podía leer la fecha en que se construyó el edificio: 1652. Nos movíamos, pero daba la impresión de que no habíamos salido del lugar. Petrus ponía un pie delante del otro con la mayor lentitud y yo lo imitaba. Saqué el reloj de la mochila y me lo puse en la muñeca. —Así va a ser peor —dijo—, porque el tiempo no es algo que corra siempre al mismo ritmo. Somos nosotros quienes determinamos el ritmo del tiempo.

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    Comencé a mirar el reloj a cada rato y me pareció que tenía razón. Mientras más miraba, más penosamente pasaban los minutos. Resolví seguir su consejo y metí el reloj en la bolsa. Intenté fijar la atención en el paisaje, en la planicie, en las piedras que pisaban mis zapatos, pero siempre miraba hacia la taberna y me convencía de que no había salido del lugar. Pensé contarme mentalmente algunas historias, pero aquel ejercicio me estaba poniendo tan nervioso que no lograba concentrarme. Cuando ya no resistí más y saqué de nuevo el reloj de la bolsa, habían pasado apenas once minutos. —No hagas de este ejercicio una tortura, porque no fue hecho para eso —dijo Petrus—. Busca encontrar placer en una velocidad a la cual no estás acostumbrado. Al cambiar la manera de hacer cosas rutinarias, permites que un nuevo hombre crezca dentro de ti. Pero, en fin, eres tú quien decide. La amabilidad de la frase final me calmó un poco. Si era yo quien decidía qué hacer, entonces era mejor sacar provecho de la situación. Respiré profundo y traté de no pensar en nada.
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    Desperté en mí un estado extraño, como si el tiempo fuera algo distante y no me interesara. Fui calmándome cada vez más y comencé a reparar, con otros ojos, en las cosas que me circundaban. La imaginación, rebelde mientras me hallaba tenso, empezó a funcionar en mi favor. Miraba el pueblecito frente a mí y empezaba a crear toda una historia de él: cómo fue construido, qué fue de los peregrinos que por allí pasaron, la alegría de encontrar gente y hospedaje después del viento frío de los Pirineos.

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    En determinado momento creí ver en el pueblo una presencia fuerte, misteriosa y sabia. Mi imaginación colmó la planicie de caballeros y combates. Podía ver sus espadas reluciendo al sol y oír sus gritos de guerra. El pueblecito ya no era sólo un lugar para calentar con vino mi alma y mi cuerpo con un cobertor: era un marco histórico, una obra de hombres heroicos, que habían dejado todo para instalarse en aquellos páramos. El mundo estaba allí, en torno mío, y me di cuenta de que pocas veces le había prestado atención.
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    Cuando me percaté, estábamos en la puerta de la taberna. Petrus me invitó a entrar. —Yo pago el vino —dijo—, y vamos a dormirnos temprano porque mañana necesito presentarte con un gran brujo. Dormí pesadamente y no soñé. En cuanto el día comenzó a extenderse por las dos únicas calles del pueblecito de Roncesvalles, Petrus tocó en la puerta de mi cuarto. Nos hospedábamos en el piso superior de la taberna, que también servía de hotel.

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    Tomamos café negro y pan con aceite, y salimos. Una densa neblina se había apoderado del lugar. Advertí que Roncesvalles no era exactamente un pueblecito, como había pensado al principio; en la época de las grandes peregrinaciones por el camino fue el más poderoso monasterio de la región, tenía injerencia directa en territorios que llegaban hasta la frontera con Navarra, y aún conservaba estas características: sus pocos edificios integraban un colegiado de religiosos. La única construcción de características «laicas» era la taberna donde nos habíamos hospedado.

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    Caminamos entre la neblina y entramos en la iglesia colegial. Dentro, vestidos con casullas blancas, varios sacerdotes daban, conjuntamente, la primera misa de la mañana. Noté que era incapaz de entender una sola palabra, pues estaban oficiando en vasco. Petrus se sentó en uno de los bancos más alejados y pidió que me quedara junto a él.

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  5. Diario de Javier Serrano

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    Javier Serrano

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    27-12-1999 … Anoche tardé mucho en dormirme, me he despertado bastantes veces durante la noche y espabilo antes de que suene el despertador. Deben ser los nervios de los comienzos.

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    Cuando salgo sigue lloviendo, así que estreno el sombrero impermeable y el plástico-poncho. Decido ir por la montaña, tal y como tenía previsto, porque parece evidente que si abajo está tan cerrado arriba estará despejado.
    Llueve durante la primera hora y luego escampa.

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    El paisaje es una maravilla (aunque ya lo he dicho antes… todo el País Vasco francés es muy bonito). La subida es constante y, tal y como esperaba, la lluvia y las nubes van quedando abajo.

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    Indicaciones en los Pirineos

    *enlace: Indicación en los Pirineos

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    Lo que no imaginaba es lo que aparece después: el viento. Más que viento, un vendaval, exagerado. Dos horas irreales en las que un par de veces el viento me impide avanzar, otras tantas me hace retroceder y en incontables ocasiones me desplaza como un pelele del borde derecho de la carretera al centro de la misma o de ésta a la cuneta izquierda.

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    Pasado el Collado de Lepoeder

    *enlace: Pasado el Collado de Lepoeder

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    Se va por una carretera estrecha hasta las cercanías del collado de Bentartea, así que no es mucho el terreno en el que la niebla puede crear problemas (o, al menos, eso parece viéndolo en un día despejado).

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    Me cuesta tres intentos vencer la resistencia del viento y dejar la carretera para seguir el difuso camino. A partir de Bentartea el viento ya no molesta (sólo un momento, en el collado de Lepoeder, donde hace su aparición en el camino la nieve).

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    A lo lejos se ven Roncesvalles y Burguete

    *enlace: A lo lejos se ve Roncesvalles y Burguete

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    El viento me ha dejado bastante cansado y el descenso a Roncesvalles por el hayedo tiene bastante pendiente, así que hago una parada, hasta que empiezo a quedarme frío y sigo hasta el final de etapa. No han abierto aún el refugio y me quedo esperando por allí, hasta que unas mujeres que pasan comentan entre ellas que mejor estaría (un servidor) en la iglesia, por el frío.

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    Roncesvalles - iglesia de la Colegiata

    *enlace: Iglesia de la Colegiata

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    Pues allá voy. Dentro hace una temperatura muy buena y hay mucha tranquilidad, porque no hay casi nadie.

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    Me sella la credencial uno de los canónigos. El hombre comenta que este año aquello ha sido bastante caótico, hasta que fueron los del Ejército a instalar la base de acampada para peregrinos.

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    Interior de albergue de Roncesvalles

    *enlace: Interior del albergue de Roncesvalles

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    Antes de que me acompañe a la parte del refugio que tienen abierta en invierno llegan otros dos peregrinos. Son de Benicarló. Uno de ellos ya hizo el Camino desde Burgos y quería conocer esta zona (quieren hacer 3 etapas, hasta Pamplona). También han empezado en St. Jean Pied de Port. En el albergue al que fueron (al que les llevó el del taxi desde Roncesvalles) pretendían cobrarles 2.000 ptas. a cada uno, protestaron y se lo dejaron en 1.500 ptas. por cabeza. El viento le ha perdido a uno de ellos el sombrero y al otro lo ha tirado una vez al suelo.

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    En la guía pone que en el refugio no hay calefacción, pero hay unas placas eléctricas que calientan lo suficiente. En cambio, en las duchas hace bastante frío. Lavo algo de ropa y pronto me doy cuenta de que no voy a hacerlo muy a menudo, porque a ver cuándo se seca esto.

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    Se me ha pasado la hora y me pierdo la visita al museo (claustro, sepulcro de Sancho III, cadenas de la batalla de las Navas de Tolosa…). Lo vi una vez, pero ya hace bastantes años.

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    Vamos a la. y recibimos la bendición de peregrinos. Aparte de nosotros 5 sólo hay una mujer y un hombre (y los 3 canónigos).

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    A los de Benicarló les han dicho en el bar que el viento ha tirado árboles y ha obligado a cerrar aeropuertos (durante el día ha habido rachas de 160 km/h). El que ya hizo el Camino me habla de la posibilidad de ir desde Larrasoaña hasta Puente la Reina, porque hasta Pamplona es etapa corta.

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    El ambiente entre los 5 es muy bueno. Frank, uno de los de Gandía, dice varias veces: “Esto es un cachondeo”. No sabemos si mañana habrá viento, pero lo que sí parece que tendremos es nieve. De hecho, cuando hemos ido a la iglesia ya empezaba a cuajar.

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    (Saint Jean Pied de Port 8,30; Honto,9,38; cruce con la carretera a Arneguy,11,45; collado de Bentartea,12,37; collado de Lepoeder, 13,32; parada en el descenso,13,45/14,02; Roncesvalles, 14,51)

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  6. Diario de Jaume Loscos

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    CREDENCIAL DE JAUME LOSCOS

    SAIN JEAN PIED DE PORT RONCESVALLES 25 Km.

    Esta etapa ha sido muy dura pero ha valido la pena que pasada el cruzar los Pirineos, he tenido por el camino mucho frio viento lluvia y niebla, pero que etapa mas bonita.

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    Después de poner el primer sello en la credencial del peregrino, en st.Jean salgo sobre las 11 horas, cosa que extraña a los hospitaleros creyendo que saldría al día siguiente, cojo el camino de Napoleón , según lo que he leído es mas duro pero el mas bonito, he comprado pan queso que será la comida ya que la etapa es dura y larga, durante la ascensión a los Pirineos la hago con lluvia, paro a comer donde hay una estatua de la Virgen, la lluvia ha parado , después de reponer fuerzas continuo la ascensión , el frío cada vez es mas intenso y la niebla mas espesa, pero que bonita es la subida, después de dejar la niebla entro en unos bosques preciosos de hayas y otros de robles se te pone la piel de gallina de lo bonito de los pirineos, al llegar en la cima ya diviso la cúpula del monasterio de Roncesvalles, ya me falta poco por llegar, la bajada se puede decir que es mas dura que la subida, al llegar a Roncesvalles me sellan la credencial del peregrino, hay una hospitalera que comenta que el albergue solo quedan tres camas disponibles y los que quieran dormir les pondrán colchonetas o pueden ir a un albergue particular, comento que yo vengo andando des de st,Jean, me comenta que para mi tengo cama ya que soy peregrino que viene caminando y todos los que hay allí han llegado con el bus y no han empezado la etapa , todos se me quedan mirando ya que soy el ultimo de la cola, encargo la cena y a las 8 voy a misa del peregrino, la iglesia esta llena y la misa es a la antigua, en gregoriano, nos dan la bendición y salimos a cenar, doy una vuelta des pues de la cena y a dormir que mañana es otro día, antes de dormirme conozco dos muchachos que vienen de Palma de Mallorca, son Paco y Luque, en ningún momento pensé en la amistad que durante el camino tendría con ellos como iré contando mas adelante. Que la Fe y la Fuerza me acompañe.

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  7. Diario de Sebastian (snboixadera)…

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    Con los deberes hechos, me he zampado un bocadillo de jamón, sentado en el mirador y contemplando las evoluciones de tres águilas (creo) sobre el valle que yace a los pies del albergue. Cuando el nivel de insolación ha llegado al límite se impone un tiempo de descanso en forma de siesta (un auténtico placer epicúreo) Con el cuerpo relajado me dedico a gastar el tiempo que falta para la cena en varias actividades inhabituales en mi vida “normal”: Escribir, contemplar el paisaje, hablar en francés e inglés con gente de Canadá, pensar en todo … y en nada. En definitiva, cultivar el espíritu.

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    Diario de Sebastian

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    Curiosamente, aquí y ahora, en medio del Pirineo francés y a 750 metros de altitud me siento agradablemente solo, rodeado de gente que no habla mi idioma, hecho que me permite abstraerme de lo que no me interesa y disfrutar de todo “mi” tiempo de una forma que no puedo hacer en casa. Creo que esta es una de las varias razones que causan la adicción al Camino, por otros llamada “jacobeína”.

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    Cena en Orisson

    *enlace: álbum Sebastian

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    A las seis y media nos llaman a rancho (es un decir) 22 individuos, 7 nacionalidades, comida abundante y muchas ganas de pasarlo bien. Es un cóctel que sumado a las muchas botellas de vino hace que acabemos cantando canciones de tasca quebecoises como posesos.

    A las nueve y después de haber tomado el fresco viendo el espectáculo celeste, casi nunca visto por un urbanita como yo, me voy a dormir la mona. Mañana más.

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  8. LA CAMINANTE

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    <<“Deux cafes noires. S’il vous plaît”.

    Es una pena que haya olvidado todo aquel francés que aprendí. No recuerdo las palabras, casi todas me vienen a la mente en inglés. Pero no debo pronunciar mal, porque siempre me contestan parrafadas como si creyeran de podría entenderles. En la “rue d’Espagne” compramos queso, vino y pan; una “baguette ancianne” cubierta de una fina harina que nos tiznaba las manos y los pantalones. Y tomamos los dos cafés “noires”. Más allá del arco y la ciudadela de Saint Jean Pied de Port está la ruta que atravesaron Carlomagno y Napoleón. Dejamos a la izquierda la iglesia de Notre Dame y atravesamos el pequeño y hermoso puente sobre el río Nive.


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    A partir de entonces todo era ascender:

    “En el país vasco hay en el camino de Santiago un monte muy alto que se llama Port de Cize, o porque allí se halla la puerta de España, o porque por dicho monte se transportan las cosas necesarias de una tierra a otra; y su subida tiene ocho millas y su bajada igualmente ocho. Su altura es tanta que parece tocar al cielo. Al que lo escala le parece que puede alcanzar el cielo con la mano”

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    Eso nos ha prometido Aymeric Picaud, el clérigo francés autor del primer libro de viajes sobre el Camino de Santiago, El Códice Calixtino: tocar el cielo con las manos…Esa mañana en el Pirineo es transparente y fría. Es verde y ondulada, como una mar travieso.

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    Según se sube el aire se vuelve más opaco y frío. Algunas vacas se cruzan con nosotros, lentas y atónitas. Empieza a haber niebla. Nos despiden los helechos con su verde furioso. Subimos hacia donde ellos no crecen.

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    Respiramos con vigor. Las manos están frías y las sienes arden. Las piernas cosquillean. El aire se enfría y espesa.

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    Entre la bruma aparece en una ladera una figura gigantesca y blanca, con una quietud imponente. Se nos ha aparecido la virgen: la Virge d’Orisson. Nunca vi mayor expresión de soledad que aquella grandiosa escultura en la ladera de un monte pirenaico que te contempla pasar, siempre inmóvil… Julio Caro Baroja decía que los caminos antiguos son siempre más bajos que los campos que atraviesan porque están hechos sobre la trayectoria que busca el agua para bajar de la cumbre. Seguimos pues, la estrategia del agua. La niebla es tan espesa que cuando avanzamos cruzamos entre cabras pirenáicas que sólo descubrimos cuando están a escasos centímetros de nuestras pantorrillas.Paramos. Sobre una piedra nos sentamos y comemos. Queso de Brevis, pan y vino de Burdeos. El queso es tierno y ácido. Se puede partir con las manos.

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    Conversamos y concluimos que aquella bruma, que aquella niebla no son tales.Estamos a a casi 1.500 metros de altitud sobre el nivel del mar. Estamos inmersos en una nube, en una gran nube de esas que se ven en el cielo las mañanas frías y transparentes. Me imaginé la nube que me rodeaba como una nube de algodón esponjosa que desde dentro yo veía como una gasa que empañaba mi mirada sobre laderas y valles. Mientras comía queso sentada en una piedra acaricié la bruma que me arrullaba.
    La palabra de Aymeric Picaud estaba cumplida: tocábamos el cielo con nuestras manos.

    http://lacaminante.zonalibre.org/archives/cat_textos_jacobeos.html

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  9. .

    Cierto jueves emprendimos el camino desde Madrid hasta Pamplona, cuna de grandes médicos y lugar donde se hace la corrida de toros, espectáculo muy famoso en Espana y el mundo, pobres toros, tremenda burla y vergüenza para ellos, pero no es mas que un animal no? Así opinan algunos… Dejamos el mítico carro en pamplona y dormimos en un albergue de peregrinos ya que era tarde y no teníamos ningún transporte para llegar a la localidad de San Jean Pied de Port en Francia… Al otro día nos levantaron temprano y buscamos un taxi que nos llevaramos hasta Francia… Aun recuerdo la frescura de las montanas, ese llamado que estaba al punto de empezar a cumplirse, el mítico Camino de Santiago Francés… Algo me decía que pronto empezaba mi travesía, un camino hacia otro yo, de mucha aventura, vivencias… Cuando por fin llegamos a la localidad, buscamos la oficina de sellado y información… Ahí nos sellaron la credencial y nos dieron unos mapas con toda la información necesaria… Aun recuerdo mi primera ruta, los franceses campesinos todos muy atentos, te veían y te sonreían al momento que te decían “ Bonjour ” jeje, muy simpáticos por lo menos los campesinos… Emprendimos el camino alrededor de las 10:30 o 11:00 Am, ibamos charlando y viendo que rico era el camino… No pasan 5 min y ya vemos los primeros peregrinos, que 7 dias mas tardes terminaron siendo unos de mis mejores amigos, eran Alemanes, eran dos, uno ya muy mayor y otro de una edad prácticamente joven… La verdad es que no le puse mucha atención, solo los pasamos y le dijimos “ Buen camino peregrino “ Así continuamos el resto de la tarde hasta encontrar los primeros pueblos que entonces paramos y nos tomamos unos refrescos y descansamos… Luego de nuestro descanso continuamos subiendo y elevándonos a una altura de mas de 1400 metros sobre el nivel del mar, eran unas montanas increíbles, veíamos muchos animales como vacas, caballos, ovejas pero ya una hora mas tarde comenzó a caer tremendo aguacero, unos granizos increíbles, pero no podíamos detenernos por que solo había bosque, continuamos y continuamos sin parar, por largas horas, el camino se hacia muy largo, había mucho lodo, pero ambos estábamos contentos, nos sentíamos con vida, como si esa agua nos bendijera, así continuamos hasta por fin bajar hasta el primer albergue “ Roncesvalles “ ya habíamos dejado atrás la parte francesa, ya estábamos en lo que era el Pais Vasco la parte de Navarra, llegamos al albergue y conocimos varias personas, entre ella una chica Canadiense, muy simpática, joven igual que nosotros, nos paseamos entre los bosques y estuvimos charlando, resulto que ella también trabajaba en su país con ninos de síndrome de down y autistas al igual que Miguel y al igual que yo como voluntariado durante mi estancia en Madrid… Intercambiamos correos, direcciones, luego nos fuimos a cenar, un plato muy rico, de entrada una sopa y luego un buen trozo de carne… Creo que era merecido después de esa tremenda jornada… El resto fue solo llegar al albergue, sellar y dormir… Buenas Noches…

    http://porsiempreperegrino.blogspot.com.es/2007/08/camino-de-santiago-introduccion.html

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